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       * LA “BUENA AYUDA”

         En ocasiones, elaboramos hipótesis sobre las causas y razones de nuestros problemas e incluso de cuál a de ser su solución. Sin embargo, si tenemos la definición “exacta” de nuestro problema, en ella ya se encontraría la solución.

         Dar otro punto de vista puede ampliar la perspectiva del problema y ayuda más que “adornar” la realidad. La ayuda tiene que estar al servicio del crecimiento y del desarrollo.

         Todos necesitamos de la ayuda de otros y los otros necesitan nuestra ayuda. No estamos separados. Es sólo a través de la ayuda que se nos presta desde el mismo momento en que nacemos, que podemos crecer y desarrollarnos. Sólo en la medida que hayamos tomado de otros, estaremos preparados para poder dar y servir.

       Ayudar es un arte que requiere sintonizar con aquel a quien se ayuda. Lo importante es tener la mirada “fresca”, para dar con el punto clave y actuar sobre él.

 

  • Principios de la Ayuda:
  • (1) Sólo podemos dar aquello que tenemos y sólo podemos tomar aquello que realmente necesitamos.
    • Se trata pues de ayudar con lo que realmente necesita la otra persona y no necesariamente en la forma que nos pide o nos exige.
    • De nada sirve dar lo que el otro no necesita realmente, ni tomar lo que necesitamos. Como tampoco esperar de otros que nos den aquello que no nos pueden dar, porque  no lo tienen.
    • No ayuda llevar el destino, sufrimiento, dolor, carga, sentimientos,… de los demás, porque sólo al otro le corresponde llevarlo y si lo tomamos en su lugar, le quitamos la oportunidad de aprender. ¡Cada uno tiene la fuerza para llevar su propio destino!
    • Conviene hacernos las siguientes preguntas: Lo que hago por la otra persona, ¿le fortalece o debilita?. Ejemplo: compadecerme del destino que le a tocado llevar ¿le da fuerzas o se las quita?. Y además conviene preguntarse, lo que hago por el otro ¿me libera o me esclaviza?, ¿ le hace libre o le limita y le convierte en alguien dependiente de mi?.

 

 

  • (2) Sólo se puede cambiar aquello que las circunstancias permitan y realmente se necesite cambiar.
    • Existen muchos eventos externos que no pueden ser cambiados, Ejemplo: enfermedades hereditarias, discapacidades, etc…
    • También hay que tener en cuenta, los eventos internos que están en juego, como son: el amor ciego y las implicaciones familiares sistémicas, vinculadas al pensamiento mágico de cada persona.
    • La necesidad de cambiar el destino de otra persona, depende muchas veces, de lo difícil e insoportable que se le hace a uno mismo la realidad del otro. En este caso, si la persona que sufre accede a cambiar y lo hace por dar gusto o para que no le recriminen, entonces, realmente no se da el cambio.
    • Hay que respetar el destino de las personas tal y como son,¡ en vez de tapar las circunstancias reales, conviene encararlas!. No siempre comprendemos el porqué suceden las cosas…. Aún así ayuda el tener fe en que lo que ocurre es para un bien mayor.

 

 

  •  (3) La posición de ayuda útil es aquella en la que nos aproximamos al otro como lo que es: un adulto. Y en caso en que la persona no se encuentre en esta posición, ayudarle para que la encuentre.
    • Muchas veces se tratan a otros adultos como si fueran “hijos” y esto genera una relación parecida a la que dicha persona tiene con sus padres reales, con sensación de desconexión y  descontento. Para que alguien crezca como adulto necesita tomar a sus padres biológicos y adoptivos, si los hubo, y despedirse con respeto y gratitud por lo que recibió de éstos.
    • Si se trata al otro como a un “niño desvalido”, éste tendrá el control sobre nuestra vida, lo cual acabará provocando, un sentimiento de malestar, frustración y rabia mutuos. 
    • La ayuda “sana”, consiste en un “acompañamiento” en el camino de la vida hasta el punto donde uno elija y pueda, y después seguir cada uno su vida, desde la libertad.
    • Sólo cuando otra persona sufrió una ruptura temprana del vínculo con sus padres, bien sea por muerte o separación de uno de los progenitores, nos podremos colocar, por corto tiempo, en la posición del padre o madre. Esto sólo será posible si respetamos sus destinos, sin ponerse por encima de ellos y llevarle cada vez más hacia ellos, con amor.
    • Cuando alguien se queja de la situación que hubo en casa cuando eran pequeños y de su infancia, deseando que las circunstancias hubiesen sido diferentes de lo que fueron y le consolamos y acompañamos en su pena, ¡caemos en la debilidad!, y esto no ayuda a nadie. Esto no quiere decir que no nos conmovamos ante su dolor, pero si conviene aceptar el pasado como lo que es: “pasado”. Quien se queja pierde la fuerza y aquello que ocurrió fue en vano, ya que está fijando la mirada en aspectos “secundarios de la relación” y está ignorando lo más importante que ha recibido: “la vida”. Quien se queja de su pasado, permanece niño, ¡no crece como adulto!. Los padres han traspasado la vida a la perfección,¡no hay fallo!. ¡No se puede ayudar a alguien que no está dispuesto a dejar atrás las formas infantiles de percibir la vida!.. Ejemplo: expectativas tales como : “la vida tiene que ser fácil!,…

 

  • (4) La empatía que ayuda es la que mira con amor a todos los miembros de la familia, sin olvidar a los excluidos.
    • En ocasiones, se toma partido por alguien a quien se quiere ayudar y esto implica ponerse en contra de otros miembros del sistema. Esto solo ayuda a “atrincherarse” en su postura y no a buscar una solución de reconciliación e integración.
    • En cuanto tomamos partido por alguien y nos ponemos en contra de otros miembros del sistema, ¡ya no podemos ayudar!. Sólo cuando todos son respetados con su destino y sus implicaciones, nos mantenemos en el amor.
    • Los juicios sobre lo que está “bien” o “mal”, sólo reflejan los valores creados y al decirle a alguien lo que es bueno pare él, tratamos de “educarle” en nuestros propios valores, sin permitirle que cree los suyos propios y los siga, aunque no coincida con los nuestros. Esto, en lugar de ayudar, crea inseguridad en el que busca ayuda y le hace dependiente. ¡No hay familias mejores o peores!, ¡No hay destinos mejores o peores!. La solución está en asentir a la vida tal como es. Todas las personas merecen ser amadas.

 

  • (5) La solución consiste en unir lo que está separado, poniéndose al servicio de la “reconciliación con la vida” y especialmente con los padres.
    • Cuando aceptamos las quejas del otro contra sus padres y nos aliamos con él, nos pondremos al servicio del conflicto y de la división, no de la unificación.
      • Si estos principios no se tienen en cuenta, la ayuda está destinada al fracaso
        •  ¿Cuál es entonces la manera de ayudar?
    • Liberándonos de teorías sobre cómo “deben” ser las cosas y liberarnos de intenciones o deseos personales. Es decir, no tener una imagen de solución “pre-fabricada” o hipótesis preestablecidas. ¡La solución que creemos correcta, puede ser equivocada!, ¡No existen reglas absolutas aplicables a todo el mundo por igual! .
    • No imponer nuestro criterio.
    • Poniéndonos en consonancia con el “alma familiar” y con la necesidad real del otro, otorgándole todo el espacio y tiempo que necesite.
    • Dejar que sea él quien tome las riendas de su vida, aunque creamos que lo hace “mal”, si es así, ¡tiene derecho a equivocarse y así también se aprende!.
    • Comprender y respetar su punto de vista.
    • Confiar y tener fe en que todo lo que sucede es para un bien mayor.
    • Estar en sintonía con los padres, con su destino, sus posibilidades, sus límites y dejar que sean ellos quienes asuman las consecuencias de sus actos y sus deudas . Así se puede dar una relación de respeto, sin miedo a perderse en las necesidades del otro y olvidarse de uno mismo, sin ponernos a sus expensas y olvidarnos de nuestra propia vida, conservando la distancia necesaria para percibir con claridad dónde están los límites.
    • ¡Las dificultades son necesarias en la vida como herramientas para el cambio interior!.
    • Ir dando pasos percibiendo en cada momento, ¿cuál es la necesidad inmediata?
    • No asumir responsabilidades que no nos corresponden. Ejemplo: deudas económicas.
    • Cada uno permanece libre, sólo a partir de esta libertad es posible la ayuda.

 

         Tener el propósito de continuar el camino hacia la armonía, implica tomar las riendas de nuestra existencia, con confianza para ver con claridad las soluciones que nos acercan a nuestros propósitos. Querer comprender, implica aprender de las experiencias pasadas y limpiar y clarificar nuestros pensamientos. Meditar sobre las bendiciones presentes que nos traen paz y ver la adversidad como un estímulo que robustece nuestro espíritu. Y sobre todo: ……. recuperar la confianza en el AMOR.

         La relación de ayuda, desde el punto de vista de las constelaciones, consiste en facilitar que la persona se haga responsable de su propia vida, sin crear vínculos que dificulten una visión objetiva del problema.

       Lo esencial, es saber si nuestra ayuda fortalece o debilita a quien nos la pide.     

          El objetio es a unir, con humildad, aquello que estaba separado. La terapia se encuentra al servicio de la reconciliación con la vida y especialmente con los padres y su sistema familiar. Nos ponemos al servicio de todos, sin hacer distinciones entre buenos y malos. Aquello que se reconcilie en el corazón del terapeuta, también se reconciliará en el corazón de su cliente y en el de su sistema familiar.